¿Se manipulan nuestras publicaciones en las redes sociales?

A veces nos conformamos con realizar publicaciones en una o varias redes sociales para comunicar nuestras ideas, noticias o productos. Pero, ¿hasta qué punto es esto eficaz para lograr la consecución de nuestros objetivos? Las redes sociales utilizan nuestra información en función de los intereses de sus propietarios. Ellos tienen toda la información a su alcance, y la utilizan a su conveniencia. No importa la configuración de privacidad que tengamos

Anda circulando por Facebook una noticia que pretende avisarnos sobre el nuevo algoritmo de la popular red social. En ella se advierte que, a partir de ahora, Facebook selecciona a las personas cuyas publicaciones podemos ver en nuestro muro. Como consecuencia se nos pide que reaccionemos haciendo un comentario para “engañar” de alguna manera a Facebook y aparecer así en la sección de noticias de la persona que ha hecho la publicación. Suele aparece al final, a modo de sentencia y conclusión, algo similar a: “de lo contrario, ¡Facebook elige las noticias que recibo y yo no necesito que Facebook elija a mis amigos!”.

¿Se manipulan nuestras publicaciones en las redes sociales?

Debemos ser conscientes de que todo aquello que tenemos publicado en una red social no es nuestro. Sólo una página web propia nos asegura el control de lo que pretendemos difundir. Nuestro propio nombre de dominio y nuestra página web nos aseguran un cierto poder sobre el universo virtual. Naturalmente, hay que conocer ciertas técnicas y saber aplicarlas

De manera análoga, llegaba hasta nuestros buzones de correo la noticia cuyo titular es: “Cómo Twitter censura en secreto a los conservadores sin que ellos lo sepan”. Al parecer, aunque Twitter dice ser políticamente neutral, una investigación ha revelado la sospecha de que esta otra red social bloquea a los usuarios cuyas publicaciones no son de su agrado. Estos usuarios no son conscientes de lo que ocurre; ellos siguen haciendo sus publicaciones, pero nadie las ve.

Efectivamente, las redes sociales se han revelado como poderosos núcleos de poder que nos tienen trabados en los entresijos de sus algoritmos. Este poder es económico, pero también es ideológico. El primero, está en función de la cantidad de usuarios que circulan por sus autopistas virtuales. El segundo, está en relación con la información que obtienen de estos usuarios. Aparentemente, el uso que hacemos de las redes sociales es gratuito. Sin embargo, la realidad es que estas empresas privadas se cobran utilizando nuestra actividad en función de sus propios intereses. En principio, esto es legítimo pero los usuarios debemos ser conscientes de que nada ha sido, es o será azaroso en las redes sociales. Las publicaciones que se hacen nunca han aparecido en nuestro perfil de manera aleatoria.

Existen grandes equipos de personas dedicadas a estudiar, perfeccionar y cambiar los algoritmos que se aplican. En función de los intereses de cada momento se puede aplicar un algoritmo u otro, o varios a un tiempo. Estos algoritmos no son más que técnicas de programación que recogen datos, los procesan cotejándolos según los intereses del momento, y obtienen un resultado que es analizado a su vez por un programa hecho al efecto. Finalmente, el componente humano, que ya ha intervenido para configurar adecuadamente el proceso, termina interpretando los resultados obtenidos. Y utilizándolos, naturalmente. La información conseguida produce más beneficios que la más abundante mina de diamantes.

Las técnicas de marketing web intentan analizar el comportamiento de las redes sociales o de los buscadores para conseguir el mejor resultado en cuanto a la difusión de nuestros productos o publicaciones. No obstante, debemos ser conscientes de que todo aquello que tenemos publicado en una red social no es nuestro, es del propietario privado de la red en cuestión. Además, aunque nosotros ya no estemos, siempre tendrá nuestra información. Lo que pensamos, lo que hacemos, a dónde hemos estado, nuestros hijos, parejas, divorcios, religión, lecturas, imágenes de nuestra casa, de nuestras vacaciones, personas con las que nos hemos fotografiado y toda la información que ellas aportan, ¡impresionante! No importa la configuración de privacidad que tengamos, el propietario de la red administra nuestra información según sus intereses, porque él es quien la tiene almacenada. Efectivamente, deberíamos ser mucho más cuidadosos a la hora de publicar.

En este sentido, sólo una página web propia nos asegura el control de lo que pretendemos difundir. Nuestro propio nombre de dominio y nuestra página web nos aseguran un cierto poder sobre el universo virtual. Naturalmente, hay que conocer ciertas técnicas y saber aplicarlas. Pero, al menos de momento, es posible.

Las empresas, los profesionales, sea cual sea su actividad, las organizaciones sociales, o simplemente un bloguero, no deben dejar de utilizar las redes sociales. Debemos emplear Facebook, Twitter, Google plus, YouTube, WhatsApp, y todas aquellas que consideremos. Pero también debemos ser conscientes de que tener una página en una red social no es suficiente. Y de que nuestra página o nuestro perfil puede ser manipulado, censurado o simplemente cancelado. Nuestro sitio web es el que nos permite tener una presencia controlada en el mundo cibernético.

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